Susan Maushart vivió el sueño de todo padre moderno: Desconectó a sus hijos adolescentes; durante seis meses, Maushart quitó la Internet, la televisión, los iPods, los celulares y los juegos de vídeo. El fantasmagórico brillo de las pantallas dejó de iluminar la sala de estar. Los aparatos electrónicos ya no sonaban por la noche, como "grillos maléficos". Y ella dejó de llevar su iPhone al baño.
El resultado de lo que Maushart llama “El experimento” fue una inmersión en la vida real. Ella y sus hijos redescubrieron placeres simples, como juegos de tablero, libros, viejas fotos, cenas familiares y escuchar música juntos, en lugar de cada uno conectado a su propio iPod. Comenzó “El experimento” con una medida drástica: Cortó completamente la electricidad durante unas pocas semanas, usó velas en lugar de bombillas, tomó duchas frías y comió alimentos guardados en hieleras.
Cuando se acabó el apagón, esperaba que la reacción de aprecio por la electricidad suavizara la transición de sus hijos a la vida sin Google ni celulares. Su hijo Bill, un adicto a los juegos de vídeo, llenó su tiempo libre tocando saxofón. "Cambió Grand Theft Auto por las obras de Charlie Parker", escribió Maushart. Bill dice que "El Experimento" fue meramente la chispa, y que él habría vuelto a la música tarde o temprano. Sea lo que haya sido, él se dedicó tan seriamente al saxofón que cuando se acabó la prohibición electrónica, vendió su consola de juegos y ahora estudia música en la universidad.
La hija mayor, Anni, estaba menos "conectada" y leía más que sus hermanos, así que su transición fue la más fácil. Sus amigos pensaron que la prohibición era "cool". Cuando necesitaba computadoras para hacer las tareas escolares, iba a la biblioteca. Incluso ahora, pasa tiempo sin conectarse a Facebook.
La hija menor, Sussy, fue la que tuvo mayores dificultades. Maushart había decidido permitir el uso de internet, TV y otros aparatos electrónicos fuera de la casa, y Sussy inmediatamente adoptó esa opción, tomando su laptop y mudándose con su padre por seis semanas. Cuando regresó a la casa de su madre, se pasaba horas hablando por el teléfono de línea fija.
Pero la privación electrónica tuvo su impacto de todas formas: Las calificaciones de Sussy mejoraron considerablemente. Maushart escribió que sus hijos "se despertaron lentamente del estado de cognitus interruptus que había caracterizado muchas de sus horas de vigilia, y se volvieron mejores pensadores".
¿Ustedes qué opinan?, creen que en México podrían, o mejor dicho, ¿se atreverían a hacer éste experimento?, en realidad la cultura en nuestro país es, para empezar, totalmente diferente y en lugar de darle prioridad a la lectura, investigación o recopilación de datos, lo hemos sustituido por “búsquedas en Internet”, ya sea por medio de Google o Wikipedia, creyendo erróneamente que TODO LO QUE SE PUBLICA EN INTERNET ES VERDADERO.
Nos vamos por el lado fácil, sin ponernos a pensar que en lugar de beneficiarnos, nos perjudica, pues cada vez nos aleja más de lo tangible, lo simple, de la realidad, de lo manual; viviendo y creciendo a la brevedad de un click. No considero justo el hecho de permitir que en las familias, los padres permitan el uso de la computadora a sus hijos, sin la supervisión necesaria, pues además de tener acceso a cualquier tipo de información, corren ciertos riesgos que “inocentemente” pasan de largo.
Un claro ejemplo, es el uso de Facebook, Twitter, Skype, entre otros; que son puntos de partida para el manejo de información entre personas que navegan buscando algo más que una simple amistad, mientras que los niños se preocupan por tener más amigos en sus cuentas. Por esto, es NECESARIO supervisar a los menores para asegurarse del uso, manejo e intercambio de información que realicen.
Es certero el hecho de desconectarnos en repetidas ocasiones de la tecnología, para darnos un respiro y valorar las cosas sencillas que no realizamos cuando estamos paralizados enfrente del monitor. Hay que tratar de ser menos prácticos y encontrarle sentido al esfuerzo, por ejemplo: dejar de buscar información en sitios como: El rincón del vago, Google y Wikipedia, para empezar a visitar las desérticas librerías, bibliotecas y hemerotecas. En realidad no es tan difícil encontrar información y tal vez hasta le encuentres sentido y gusto al hacer esta dinámica.
Hay que fomentar la lectura sin importar edades, no hay justificaciones ni pretextos como “si nunca he leído, ¿por qué habré de hacerlo ahora?”. Y lo que es más importante, disfrutar las cosas sencillas que no nos podrá proporcionar una pantalla, ser curiosos e investigar sin utilizar el Internet, sustituir el habito de estar más de 4 horas diarias platicando con nuestros amigos mediante Messenger, Skype, Facebook, Twitter, etc, por salir a comer, tomar un café, caminar en el parque, convivir en bares y dar largas caminatas por la ciudad.
No es sano ser tan sedentarios, no tiene nada de bueno estar varias horas sentados ante una computadora sin hacer pausas para, mínimo, estirarse. Tampoco es bueno abusar del uso de Internet para resolver prácticamente nuestra vida, esperando que nuestra relación amorosa, amistades o momentos, se basen en la actualización del perfil en Facebook.
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